No es sólo elegir embarazo sí o embarazo no: es elegir el proyecto de vida

No es sólo elegir embarazo sí o embarazo no: es elegir el proyecto de vida

Discurso de la Diputada por el Frente de Todos Gabriela Cerruti al cerrar el debate previo a la votación del proyecto de aborto legal, seguro y gratuito.

Muchas compañeras fueron traídas a este recinto en los diferentes discursos durante toda la noche, así que permítanme la licencia, compañeras, de traer a un compañero que nos anunció, en agosto del 2018, que contra viento y marea iba a ser ley. Pino, acá te decimos que vamos a cumplir y que va a ser Ley.

Presidente, hoy se habló de oportunidad y yo no quiero mencionar ni discutir el tema de la oportunidad. Lo que creo es que estamos hoy en esos momentos virtuosos de la historia. Los momentos virtuosos de la historia son los momentos en los que se cruzan las luchas colectivas, las demandas colectivas con las decisiones de los Estados que se hacen cargo y que iluminan esas demandas y esas luchas y apoyan e incentivan para que se conviertan en Ley. Tenemos una larga historia de esos cruces virtuosos en la historia Argentina: la larga lucha de los trabajadores, de los sindicatos, de los anarquistas, de los socialistas, de los laboristas, que a partir del ’45 con el peronismo en el gobierno pudieron ver concretados los derechos por los que habían luchado y ampliaron la frontera de los derechos posibles. La larga lucha de los organismos de Derechos Humanos que en ’83 primero y a partir del 2003 sobre todo pudieron ver concretados, a partir de la iluminación y de la asunción del Estado de esas luchas, sus temas, sus derechos, sus reclamos.

Cuando eso sucede, cuando una ley se construye sobre las luchas, sobre los reclamos de las organizaciones y de los colectivos, es cuando esas leyes prontamente cambian el paradigma, cambian la cosmovisión y se convierten en sentido común colectivo. Porque esa conjunción entre la lucha de la sociedad y el Estado es lo que convierte realmente algo en una ley que forma parte, que se hace carne en una sociedad. Y esto es lo que va a pasar, sin duda, con esta ley que estamos trayendo hoy a debatir en este recinto y que va a ser un hito más de la larga lucha del movimiento de mujeres y de las mujeres en la Argentina y alrededor de todo el mundo, porque hoy estamos hermanadas con todas las mujeres del mundo que están dando esta misma lucha.

Presidente, se ha dicho hoy acá que no podemos discutir este tema porque estamos en una crisis económica. Miren, nosotras queremos decirles que creemos firmemente que estamos  atravesando una pandemia que tuvo una dimensión de un terremoto tal que rompió incluso los instrumentos de mesura y que no sabemos todavía cómo va a ser el mundo después de esta pandemia. Estamos en una enorme crisis económica global y en la Argentina en particular. Pero no es una novedad que este mundo es injusto. No es una novedad que en este mundo hay miseria. No es una novedad que este no es el mundo que queremos. Los sabemos perfectamente las mujeres, porque durante siglos nos obligaron a parir para mandar a nuestros hijos a la guerra. Durante siglos nos obligaron a parir para explotar a nuestros pibes en las fábricas. Durante siglos nos obligaron a parir para mirar para el costado cuando los pibes crecen en la pobreza y así como hoy se conmovían todos con los derechos y el milagro del embrión, no los veo conmoverse igual cuando matan a un pibe de catorce años por la espalda.

Lo que venimos a pedirles hoy es: dejen de hacer del cuerpo de las mujeres el territorio de disputa de aquello que no pueden solucionar la economía o la política. El mundo es injusto, efectivamente. Pero la respuesta no está en nuestro útero. Al contrario, el mundo es injusto porque está construido hace 500 años sobre un sistema basado en la explotación de las mujeres y de la naturaleza. Y nosotras somos las primeras en ponernos al frente de las batallas que haya que dar para cambiar esa cosmovisión del mundo y para que el mundo efectivamente sea para todas, todos y todes. Para que podamos vivir en un mundo en armonía, en un mundo mejor, en un mundo donde todas podamos ejercer nuestro deseo y nuestra decisión.

Señor Presidente, hoy se barajaron diferentes respuestas a por qué es tan importante esta ley que estamos hoy votando acá, y no lo dije al principio, lo quiero decir ahora, y es que estamos muy orgullosas. No sé si agradecidas es la palabra, porque cuando los derechos se conquistan no se agradecen, pero sí estamos muy orgullosas de que sea el Presidente Alberto Fernández quien haya enviado esta ley a este Congreso y que nosotros podamos hoy estar aquí votándola.

Se dice, y estoy completamente de acuerdo, que esta ley viene a saldar un tema de salud pública. Lo dice nuestro ministro de salud y es así, efectivamente tenemos un tema de salud pública. Las mujeres que abortan en abortos clandestinos, sobre todo las mujeres pobres y las mujeres vulnerables, que lo hacen en las peores condiciones, son parte de la estadística de la tasa de mortalidad que se lleva adelante por el tipo de abortos que llevan adelante. Se dijo también, y también estoy de acuerdo, que es un tema de justicia social. Efectivamente, las mujeres pobres y vulnerables son quienes más mueren y quienes lo hacen en peores condiciones y las mujeres de hogares o situaciones sociales, culturales y simbólicas que pueden llevarlo adelante de otra manera lo pasan de otra forma. Todo esto es absolutamente cierto y en todas estas discusiones se cruzan otras discusiones que dimos en otros momentos. Recuerdo cuando en los ochenta se dio la discusión del divorcio, que aquellos que se oponían fervientemente al divorcio seguramente era porque podían divorciarse vía Paraguay, México o algún otro lado y no sufrían las consecuencias de todos aquellos que no podían llevarlo adelante. Pero hay dos situaciones en las cuales yo me quiero detener y que fueron tal vez de las que menos hablamos durante todo el debate en el recinto. La primera es la cuestión de la hipocresía. Nosotras también venimos a decir que necesitamos un mundo, una sociedad con menos hipocresía, con menos dobles discursos, con menos secretos. En el telón de fondo de los secretos, del «de eso no se habla», de hago una cosa pero digo otra, se esconden las peores felonías de la sociedad en los últimos años. Es ahí, es en ese lugar donde el patrón va a la misa y a la procesión mientras viola a la empleada y le paga el aborto. Es en ese lugar donde se esconde la hipocresía en una sociedad que no es capaz de poner sobre la mesa, como lo estamos poniendo las mujeres, los temas que tenemos que debatir, las cuestiones que tenemos que solucionar, nos gusten o no nos gusten. Nos atraviesan, existen y queremos dar el debate. Damos la cara, las ponemos en palabras, y las nombramos. No las vamos a solucionar por nombrarlas, pero vamos a correr ese telón del secreto, del escondite, de que todo se tenía que hacer de alguna manera clandestina. Pasa en los pueblos chicos e infiernos grandes, pasa en las ciudades, pasa en todas las clases sociales. El secreto, lo clandestino y la hipocresía son parte de las heridas que atravesamos como sociedad.

Voy a detenerme en algo que me parece que para nuestro movimiento de mujeres y para les pibes que están en la calle es muy importante, que es la cuestión del deseo. Nos hemos pasado toda la noche discutiendo por qué, cómo, de qué manera las mujeres a veces decidimos que algunos embarazos son embarazos no deseados. Lo que no discutimos en toda la noche es qué es lo que sí deseamos. Porque cuando una mujer decide que un embarazo es no deseado es porque desea otras cosas y el verdadero conflicto está con esas otras cosas que desea. Porque cuando las mujeres decidimos que nos vamos a correr de ese lugar que nos tenían reservado en la historia, que era la cocina y el dormitorio, de la casa de la sociedad y de la historia, y que tenemos nuestro proyecto y ponemos nuestro deseo en acción y venimos a disputar el poder a través de esa nueva forma de poder que nosotras hemos construido que es el deseo en acción. Es el deseo empático, es el deseo emancipatorio. Es el deseo que no quiere, es el deseo que se construye, que no es individual, es el deseo en red, es el deseo en comunidad.

Cuando venimos a poner en discusión que las mujeres tenemos capacidad para desear y para hacer y que desde ese lugar podemos decidir. Que podemos desear un día ser madres si tenemos las condiciones para maternar de la mejor manera y en otro momento podemos desear otra cosa. Y que las dos cosas pueden ir juntas. Y que si deseamos ser madres también tenemos que darnos otra discusión que no es sólo la ley de los mil días que vamos a discutir ahora, es el tema de los cuidados de los cuales también este gobierno se está haciendo cargo. Las políticas de cuidado tienen que ser parte de las políticas de Estado y tienen que ser parte de nuestras discusiones porque hemos sido la mano de obra barata que sostuvo este sistema en el último siglo. No hubieran construido ni sus negocios, ni sus fortunas ni sus fábricas si no hubiéramos estado nosotras en las casas cuidando a los hijos, a los padres y a los maridos. Lo hicimos durante siglos, no lo queremos hacer más. O lo queremos hacer cuando lo decidamos. Porque elegir no es solamente elegir si embarazo sí o embarazo no. Elegir es elegir el proyecto de vida. Elegir es elegir en cada momento qué es lo que queremos hacer.

Hemos hecho un largo recorrido y no lo voy a hacer de nuevo. En el discurso del 2018 dije en un momento, y lo puedo repetir, que en mi generación somos las hijas de las locas del pañuelo blanco y las madres de las locas del pañuelo verde. La verdad es que somos bastante más que eso también porque somos la generación que en el ’83 salió a la calle a pelear por la democracia. Las compañeras radicales van a entender bien lo que digo porque en aquel momento pelear por la democracia y por el divorcio iban de la mano. Porque si hay alguien que tenía claro que la ampliación de derechos era la profundización de la democracia era Raúl Alfonsín. Entonces peleamos al mismo tiempo por la construcción de los derechos humanos y por el deseo y por nuestros cuerpos construyendo la cultura del under en los sótanos de la Ciudad de Buenos Aires. Peleamos al mismo tiempo por los cuerpos desaparecidos y por la patria potestad compartida. Esa generación que después en los noventa sufrió su propia pandemia que fue el SIDA y que después, a partir del 2003, se reencontró con la lucha por los derechos, con la educación sexual, con el matrimonio igualitario, con la identidad de género, es una generación que además es heredera obviamente de las pioneras, de las ancestras. Hoy yo pensaba lo siguiente. Nos gusta mucho hablar de las ancestras, sepamos que somos las ancestras de las que vienen. Llevamos en nosotras la memoria del futuro y hoy, esta noche, podemos decidir acá qué muesca en la pared queremos dejar. Qué memoria de esas pibas queremos ser. Yo elijo, nosotras elegimos, ser la chispa que encienda la antorcha de una piba que en algún futuro, en algún lugar del planeta, se plante a luchar por otro derecho. Por eso, Presidente, por las pibas que están en la calle, por las pioneras, por las ancestras, le pido que pongamos en votación esta ley y que sea ley.



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